danzan en los
intersticios
de ninguno, perdidas
en el balcón fluído
de las noches de verano.
Tienen
canto de plata de
sirenas
meretrices que enceguece
el instinto en la promesa
de la última orgía.
Una sonrisa de hielo
las empuja entre los
surcos
del viento, a seguir
proyectos de vida.
Y los tormentos esperan.