ULISES

 

 

Circunvoluciones de sal

dibujan de olas

las paredes arduas de mi corazón

de madera mientras el viento,

que rapta el grito

de las gaviotas, me lanza

arrogante nuevos desafios.

 

No temo la ira de los dioses

que en el Olimpo envejecen

y busco halagos de sirenas

para nutrir mi tiempo

que huye como agua

de los dedos cerrados.

Quiero encontrar el lugar

donde el día se acuesta

con la noche y en el silencio

cada cosa se cumple

después, lo que queda gastaré

en la espera que Penélope deshaga su trenza.