CONFERENCIA SOBRE LA POESIA
(Messina 16-03-2003 Teatro "Savio)
La poesìa es probablemente la màs antigua de las artes,
para muchos la màs excelsa, el arte por antonomasia, la màs elevada
manifestaciòn del pensamiento y del sentimiento, constituyendo - ademàs -
parte conspicua de la literatura de cada paìs. Es
el arte de expresar la humana vicisitud con sus mùltiples implicaciones y de
describir con nobles imàgenes de la fantasìa, usando el verso, empleando los
valores fonéticos y sugestivos de las palabras como medios primarios de expresiòn.
El estudio de la poesìa debe ser iniciado desde la màs tierna edad. En
tanto porque rimas y filaterìas pueden volverse un simpàtico instrumento para
jugar y educando los niños al sonido, prepara el oìdo a la comprensiòn de las
armonìas màs complejas. Dependerà de la sensibilidad de los docentes ofrecer
los escritos poéticos apropiados (ni demasiado dificìles, ni demasiado banales),
dominando el texto, leyéndolo en un modo que se acerque a la recitaciòn,
estimulando el interés y la atenciòn, favoreciendo la familiarizaciòn con el
sistema del metro y de la rima.
No se vuelve poeta sin una vocaciòn natural, pero ésta no basta, es necesaria
también la técnica: el arte. Y el arte requiere estudio y paciencia para
volverse al fin "vir dicendi peritus" (hombre experto en el arte del
decir) segùn la definiciòn de Horacio en el Ars poética. La poesìa, en la
Grecia antigua, era trasmitida oralmente, cantando, confiando en la sola memoria
(en efecto Mnemosina, la diosa de la memoria, era en la mitologìa griega la
madre de las musas que presiden a la cultura y a las artes, como Caliope,
Erato, Euterpe) de parte de los "aedos" (cantores) durante ceremonias
celebrativas o religiosas. La Ilìada y la Odisea cantadas por el mìtico Homero
son un claro ejemplo. El fin era aquel de recrear pero también de enseñar,
educar. Sucesivamente con la "civilizaciòn de la escritura" las
palabras aladas fueron inmobilizadas sobre piedra, papiro, pergamino, papel y asì
comunicadas y trasmitidas: nace el poeta verdadero. De todos modos,
prescindiendo de los mùltiples estilos y corrientes, la poesìa tiene mil caras
y mil almas, puede ser antigua y moderna, ingenua y sentimental, popular y culta;
es ciertamente progresiva, en contìnuo desarrollo y ningùn pueblo, ningùn
grupo social, ningun gusto puede pretender de ser su legislador. La palabra poesìa
deriva del griego "poiein" que significa hacer. El poeta,
prescindiendo de la capacidad de expresar en versos la visiòn subjetiva de sì
y de la realidad que lo circunda, es por lo tanto "aquél que hace".
Este concepto, màs allà de inebriantes ilusiones de omnipotencia creativa,
expresa la caracterìstica màs relevante de un escritor de poesìas: el
dinamismo (entendido como energìa, laboriosidad, ser incansable) en antìtesis
con la estàtica (sinònimo de inmovilismo, apatìa, entorpecimiento). El poeta,
en la contìnua bùsqueda de las respuestas a las preguntas en relaciòn al
sentido de la existencia, en la contìnua necesidad de darse una razòn del
nacer y del morir, del mundo que lo rodea, de muchos hechos que no logra
explicarse se mueve incesantemente, observando las profundidades abismales que
se lleva adentro y el universo en el cual se encuentra casi perdido, adquiriendo
ìntimas inspiraciones para cristalizar, como piedras preciosas, palabras
eternas sobre la aridez primitiva de una blanca hoja de papel, buscando de
revelar fundamentalmente si mismo. Se trata de un proceso muy cansador y
elaborado en cuanto el poeta debe expresar estos conceptos, ya de por sì difìciles
de individuar, poniendo extrema atenciòn al aspecto fònico, rìtmico y tìmbrico
del lenguaje. Ademàs él tendrà que intentar de rendir el mensaje poético, no
obstante su imprescindible subjetividad, universal. El poeta es un ser humano
que se propone de hablar en nombre de todos, dando voz a algo que muy pocos
logran captar y expresar, algo que, partiendo del particular alcance un valor
universal. Està claro que estas
caracterìsticas que se hacen concretas en cada Autor, segùn los itinerarios
individuales, cognitivos y culturales que las experiencias de la vida les han
hecho recorrer. Quien piensa que la poesìa sea un medio còmodo para
obtener fama y honor, copiando las obras de otros y tomando actitud de Vate, no
ha entendido nada! La poesìa, es estudio, tormento, soledad, sensibilidad,
dolor, amor, Fé y sobre todo sacrificio. Este arte sublime representa un don
inextimable y quien escribe, lo dona antes que nada a sì mismo. Leopardi lo
definiò: "Expresiòn libre y genuina de cualquier afecto vivo y bien
sentido del hombre". El poeta, al mismo tiempo, es quizàs un filòsofo que
ofrece a los demàs sus personalìsimas teorìas existenciales, recogidas con
los ojos del corazòn y plasmadas armònicamente con las manos del alma, para
que éstos hagan el uso que quieran (meditarlas, sacar enseñanzas pràcticas
y/o espirituales, tirarlas) y en cada caso la tarea que se ha atribuido habrà
sido desarrollada con gran dignidad y transitoria serenidad interior, de
cualquier modo sin nunca alcanzar la quietud- muerte del apagamiento. Todos
aquellos que escriben versos poseen la fuerte concreciòn de la tinta y la
eterna evanescencia del sueño- pensamiento que lo plasma en el papel. La
presencia de estos seres perennemente suspendidos entre cielo y tierra, infierno
y paraìso, pasiòn y melancolìa, alegrìa y dolor, abandono y esperanza, es un
elemento seguramente indispensable, ayer como hoy, para nutrir con gotas de purìsima
agua vivificadora y semillas del conocimiento primigenio, plantados por la
memoria en las profundidades del alma. Actualmente, entonces, la poesìa no ha
perdido de significado, màs bien hay un notable crecimiento de interés,
especialmente entre los jòvenes; al lado de video-games de corta vida y otros
efìmeros pasatiempos, los libros de poesìas encuentran propio entre ellos muy
convencidos estimadores, tensos como son, màs allà de una aparente
indiferencia, en una sociedad con siempre menores puntos de referencia, a la bùsqueda
de emociones puras, de palabras reveladoras e iluminantes. En una era
extremadamente tecnològica, dirigida hacia el materialismo màs desenfrenado,
la poesìa recupera importantes valores espirituales, elevàndose màs allà de
la cruda realidad del mundo, percibiendo el sentido de los sentimientos,
recreando en las pàginas una sensaciòn de mìstica armonìa. La poesìa puede
ayudarnos a reencontrar, en cualquier edad, el Pascoliano "niñito"
que llevamos escondido dentro de nosotros, sepultado bajo los frìos residuos de
un frenético vivir cotidiano, lejìsimo de los ideales genuinos de la inocencia.
Se puede asì recuperar una visiòn màs optimista de una sociedad de extraños,
confiando en la posibilidad de un cambio de la humanidad dirigida hacia una auténtica
hermandad. Hoy màs que nunca, la poesìa puede indicar el camino para descubrir
valencias morales fundamentales, proponiéndose como instrumento de un
conocimiento màs auténtico y profundo, deslumbrante relàmpago de luz capaz de
desgarrar la obscuridad de la indiferencia. De verdad este arte sublime, quizàs
ùltimo baluarte hacia un futuro de seres perfectos pero sin alma, es en grado
de ayudarnos a comprender (o a reencontrar) plenamente, el significado de
palabras, de las cuales la humanidad, no puede ni debe hacer a menos, palabras
sin tiempo, como bondad, paz, amor.
(Traducciòn italiano-español: Fany Renée Hoening Ramìrez)